Aclamado por la crítica y el público en los años ochenta, Ricky era un deportista de élite, de éxito: Wimbeldon, Open USA... No había torneo que se le resistiera. Pero un buen día, un desafortunado test antidoping acabó con su carrera. Desde entonces, Ricky nunca consiguió recuperar su popularidad y es por eso ahora, en plena crisis de los cuarenta, Ricky, se lanza a las calles para tratar de demostrar que su talento y sus grandes capacidades (tanto dentro como fuera de la pista) siguen intactas.
Ahora es un profesor de tenis muy particular que ofrece clases magistrales de tenis allá donde el público le quiera prestar un poco de atención, la cual intentará captar a toda costa utilizando su gran sentido del humor y diferentes técnicas de circo como los malabares, equilibrio sobre rulo o la parada de manos en sillas. Todo ello para intentar que el publico le quiera tanto como él siempre ha querido su deporte: El tenis.